Es curioso que cuando se hace una pastorela, quienes se llevan los aplausos son los antagónicos, es decir; no los "peregrinos", ni los "pastores", y mucho menos los "ángeles", si no mas bien los "diablos", por eso es un honor (en el mejor de los sentidos) ser un diablo.
En esta pastorela, no fue la excepción, aunque se presentó en vísperas de la navidad, era muy lépera y muy cómica.
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